Hogar » Tomate en coco: optimiza riego, DPV y drenaje para raíces sanas y frutos firmes
El tomate hidropónico rinde mejor cuando sus raíces respiran y no se sumergen en un exceso de sales. El coco ofrece ese punto medio difícil de encontrar: un lecho ligero con agua útil que no ahoga y una reserva que se mantiene estable durante la jornada. Sin embargo, no todo coco es igual; su origen y procesado determinan los niveles de potasio, sodio y cloruros residuales. Por ello, iniciar con coco lavado y “precargado” o adquirirlo ya acondicionado permite que sea la planta, y no el sustrato, la que marque el ritmo del primer tramo (Gbollie et al., 2021; Konduru et al., 1999).
Riego eficiente: combinando luz y déficit de presión de vapor (DPV)
La pauta de riego se define en gran medida por la luz solar, pero se ajusta con el DPV y desde algún tiempo también con sensores que directamente nos dan el estado hídrico del sustrato o su humedad porcentual. Programar el riego según radiación establece la ventana para encender y cerrar el flujo de agua. Sin embargo, factores climáticos como la humedad relativa y el viento afectan la transpiración y por lo tanto la absorción de agua por las raices. Por eso, una opción es que la luz abre la ventana de riego y el DPV dosifica dentro de ella: ajustando tamaño y pausas en función de los drenajes que se obtengan. Días nublados o con viento requieren cambios sutiles para mantener la humedad óptima sin comprometer la planta (Lizarraga et al., 2003; Shin et al., 2014).
Drenaje: la válvula de seguridad del cultivo sin suelo
En sistemas sin suelo, el drenaje es crítico: el agua que entra con sales debe salir con sales, evitando la salinización del bulbo radicular. Muchos cultivadores utilizan un registro por sector de agua, pH y conductividad eléctrica (EC). Esta práctica no es burocrática, sino una herramienta de control que asegura la estabilidad de la conductividad de la rizosfera, el tamaño del fruto, su sanidad e incluso su calidad organoleptica. Si la EC sube, las correcciones deben ser graduales: disminuir concentración, aumentar fracción de drenaje en horas críticas y volver al rango óptimo suavemente, muy suavemente o tendremos consecuencias fatales. (Wei et al., 2018).
Textura del coco y su impacto en la raíz
La granulometría del coco determina la disponibilidad de oxígeno y agua. Fracciones finas retienen más agua y reducen macroporos, ralentizando la respuesta del bulbo; fracciones gruesas mejoran la aireación, pero guardan menos agua fácilmente disponible. La gestión del riego debe adaptarse: mezclas aireadas requieren sorbos más frecuentes, mezclas finas pausas más largas. Cambios de lote o granulometría necesitan tres días de observación para ajustar la estrategia sin sobresaltos (Gbollie et al., 2021).
Clima interior y ventilación: factores que complementan el riego
Ventilar temprano seca el dosel, reduce presión de enfermedad y facilita el transporte de calcio al fruto. Pantallas y manejo de ventanas suavizan los picos de DPV, protegiendo tanto al sustrato como a la planta. La combinación de luz, DPV, drenaje y sustrato limpio asegura que los ajustes se traduzcan en kilos, firmeza y continuidad de producción sin necesidad de complicadas coreografías.
Referencias