Hogar » Claves prácticas de pH, salinidad y textura del sustrato para cultivos rentables de arándano
El arándano es un cultivo de raíces finas, sin pelos absorbentes, que prospera con pH bajo, soluciones poco salinas y manejo preciso del agua. Por ello, los sistemas en contenedor y sustrato sin suelo se han consolidado en zonas donde los suelos no son ideales. En ellos se combinan turba, coco y perlita, junto con fertirriego controlado; la literatura técnica los reconoce como una vía válida para producción comercial cuando se busca controlar pH, sales y mantener estabilidad radicular (Kingston et al., 2017; Retamales & Hancock, 2012).
La planta define su “zona de confort” en pH 4,5–5,5 y se utiliza nitrógeno en forma amoniacal frente a nítrico. Además, mantiene concentraciones foliares más bajas de macroelementos que otros frutales, lo que implica requerimientos nutricionales modestos y alta sensibilidad a acumulaciones salinas en el bulbo húmedo. En la práctica, esto significa que las decisiones sobre calidad de agua y drenaje son tan relevantes como la receta de fertilización.
Por qué el coco y cómo mezclar
El coco ofrece buena aireación y retención de agua, y su estructura es bastante estable en el tiempo. Sin embargo, origen y procesado cambian su química y física: hay variaciones entre lotes que afectan sales residuales, capacidad de intercambio catiónico (CEC) y comportamiento hídrico; esto justifica lavar y acondicionar el coco antes de plantar (Konduru et al., 1999; Noguera et al., 1997).
Mezclar coco con perlita abre macroporos y mejora oxígeno, pero reduce la reserva de agua fácilmente disponible. Estudios muestran que añadir demasiada perlita puede reducir crecimiento, no por nutrición sino por cambios en la hidráulica del sustrato. La conclusión operativa es simple: ajusta la textura según clima y agua disponible; más aire en climas húmedos o riegos intensivos, más retención si tu operación tiene ventanas de riego largas.
Además del equilibrio entre partículas pequeñas y gruesas para darnos un buen equilibrio aire/agua, debemos tener en cuenta un factor importantísimo como es la altura del contenedor. Mas partículas finas retendrán mas agua en el fondo del contenedor, donde las raíces se verían afectadas, pero el perfil en la parte superior no llegara a ser demasiado seco. Al revés, más partículas gruesas significa mas aire en todo el perfil y aunque en el fondo el aire entre pronto tras el riego, la parte de arriba puede deshidratarse demasiado para el desarrollo de las raíces. Encontrar el equilibrio y mantenerlo en el tiempo durante varios años, no es fácil.
Agua y salinidad: manejando la calidad desde el inicio
En muchas zonas productoras, el agua de riego trae NaCl y bicarbonatos/carbonatos, lo que exige estrategias de control de salinidad. El coco permite manejar esto con un buen plan de lavado y control de EC, especialmente cuando no se dispone de ósmosis inversa. La recomendación de los estudios es clara: diagnosticar el agua y planificar el manejo de sales desde el primer día. Si la EC del drenaje aumenta, la corrección temprana consiste en disminuir la concentración y aumentar la fracción de salida durante las horas de mayor demanda. Estos pequeños ajustes evitan pérdidas de vigor y calidad. Pero deben ser pequeños, con este cultivo no podemos dar bandazos (Machado et al., 2014; Kingston et al., 2020).
La sensibilidad a sales se confirma incluso cuando provienen del fertilizante: con sulfato amónico se observó reducción de crecimiento de raíz y parte aérea a medida que subía la EC, reforzando la necesidad de mantener el sistema en rangos bajos y estables.
Física del sustrato y manejo del riego
El tamaño de partícula del coco y su combinación con otros componentes determinan el equilibrio aire–agua y la respuesta del bulbo a cada riego. Fracciones finas cierran macroporos y aumentan la retención, ralentizando la respuesta del sistema; fracciones gruesas y perlita abren poro y aceleran el intercambio gaseoso, pero exigen pulsos más frecuentes para mantener hidratación.
El coco también interactúa con el amonio (NH₄⁺) por adsorción, afectando la dinámica del nitrógeno disponible. Conocer esta interacción ayuda a explicar respuestas del cultivo y evita excesos en la fórmula inicial. En la práctica, esto se traduce en pulsos medidos y pausas que permitan reoxigenar, especialmente en macetas grandes. Elevar contenedores y evitar láminas de agua bajo la maceta previene zonas frías y anóxicas.
En el establecimiento, las decisiones de preparación del sustrato y pre-fertilización deben ser conservadoras. Estudios muestran que la fertilización pre-plantación en coco puede incrementar la respiración microbiana sin mejorar el prendimiento de plantas jóvenes, lo que invita a priorizar la nutrición vía fertirriego medido.
Comparaciones prácticas y recomendaciones finales
Ensayos con arándano en contenedor indican que turba y coco son adecuados como base de sustrato, mientras que niveles altos de corteza pueden afectar crecimiento. A pH más bajo con más turba, los tejidos foliares se mantienen en rangos adecuados, aunque aumenta el riesgo de hipoxia si se requieren lavados frecuentes. Los sistemas con coco mostraron mayor facilidad en drenajes de agua por mejor aireación y mayor estabilidad en el tiempo..
La mirada final es clara: el arándano en sustrato funciona cuando el sistema se diseña alrededor de lo que la planta necesita: pH bajo, sales bajas y oxígeno alto. El coco encaja si se lava y acondiciona, se mezcla con criterio para lograr el balance aire–agua que exige el clima y el riego se mide por demanda con un ojo en la EC del drenaje. La bibliografía coincide: agua de calidad y física del sustrato explican gran parte del resultado, y el crecimiento responde más a agua y oxígeno que a sobrecorrecciones de fertilización (Heller et al., 2022; Muñoz et al., 1993).
Referencias