Hogar » Granulometría del coco en fresa: equilibrando aire, agua y riego para máxima productividad
La fresa rinde cuando la raíz respira y el bulbo no cambia de humor cada hora. En cultivo en sustrato, esto se logra con un medio que combine poros de aire suficientes y agua fácilmente disponible. El coco puede cumplir este papel si se formula bien y se maneja con disciplina. La literatura en sistemas sin suelo resalta dos claves: alta aireación con buen drenaje, pero sin perder reserva hídrica, y control de calidad del propio coco, que puede traer sales de origen y variar entre lotes (Noguera et al., 2003; Evans et al., 1996).
El coco no es uno solo: pith, chips y fibra aportan propiedades distintas al sustrato. Mientras el pith fino retiene más agua, los chips y fracciones gruesas abren poros y mejoran el oxígeno disponible para la raíz. La fibra larga aporta poco a la rehidratación y retención, por lo que un exceso complica el manejo. Por eso, el rango de 0,5–2,0 mm de pith suele funcionar como base, retirando las fracciones menores a 0,2 mm, que reducen la aireación y aumentan la densidad aparente del medio (Konduru et al., 1999; Londra et al., 2018).
Curvas agua–aire: la brújula del riego
Conocer la curva agua–aire es clave. El agua fácilmente disponible es aquella que el sustrato libera entre 10 y 50 cm de tensión; la capacidad tampón entre 50 y 100 cm amortigua picos de demanda; y el punto donde el volumen de agua iguala al volumen de aire indica si el medio respira al mismo tiempo que hidrata. Con más pith fino sube la reserva, pero baja el aire útil; con fracciones más gruesas aumenta el aire, pero se requiere regar con más frecuencia para mantener la hidratación durante las horas de máxima actividad de la planta. En fresa, este equilibrio es crítico, porque raíces oxigenadas y agua estable determinan la calidad y firmeza del fruto (Durand et al., 2023).
Diseñar mezclas solo con coco
Trabajar solo con coco permite modular aire y agua combinando pith fino y porciones de coco más grueso. La elección depende del clima y del sistema de riego:
La forma del contenedor también influye: cuanto menor es la altura de la columna de sustrato, menor es la aireación total. Por eso, macetas más profundas permiten mejor oxigenación radicular, traduciendo ajustes técnicos en crecimiento homogéneo y frutos consistentes (Rivera-del Río et al., 2015; Palencia et al., 2016).
Agua, sales y estabilidad estructural
Algunos lotes de coco contienen Na⁺ y K⁺ residuales, lo que obliga a lavarlos con agua dulce y, a veces, a un buffering con nitrato cálcico antes de iniciar el cultivo. La ventaja del coco frente a otros medios como la turba es su buena rehidratación y capacidad de retención de agua con alta lignina, lo que garantiza estabilidad estructural a lo largo del ciclo. En la práctica, conviene evitar encogimientos >5%, que pueden afectar raíces y complicar el manejo diario.
El control del drenaje, EC y pH no es burocracia: es la herramienta que permite corregir acumulación de sales antes de que impacten en vigor y producción. Así, la fresa en coco logra que el patrón de riego sincronice agua, aire y nutrientes, asegurando fruta firme y continuidad de cosecha (Durand et al., 2023; Konduru et al., 1999).
Observaciones prácticas
Estudios bajo estructuras protegidas muestran que el sustrato explica gran parte de las diferencias de biomasa, coronas y área foliar. El éxito de trabajar con coco “solo” reside en elegir la granulometría correcta y coordinarla con el riego: fracciones más gruesas requieren más pulsos y pausas cortas; fracciones finas necesitan pausas más largas para reoxigenar el sustrato y evitar acumulaciones de agua silenciosas. Este enfoque garantiza que la raíz reciba oxígeno constante y agua estable, recuperando control sobre el día a día en el cultivo.
Referencias